
lunes, 3 de diciembre de 2007
domingo, 2 de diciembre de 2007
Segundo Taller Galatea
Esta ocasión toca el turno de trabajar con el cuadernillo “Pigmalión en la escuela”. La idea de la creación de un ser humano presente en este mito sirve de punto de partida para que un grupo de profes se reúnan a reflexionar sobre sus prácticas de enseñanza-aprendizaje. Según propone R. T. Tauber en su texto, la idea de moldear seres humanos tiene que ver con las expectativas que tenemos de él. Es importante la opinión que el profesor tiene de sus estudiantes, en el entendido de que la opinión forma y moldea al estudiante, y a su vez, el estudiante moldea al profesor con la opinión que tiene de él. Ciertamente, los estudiantes no son seres inanimados como Galatea, la escultura que creó Pigmalión; son seres humanos, personas a las cuales, se dice, estamos formando, no instruyendo. Por tanto, la opinión que yo tengo de mi estudiante es la expectativa que yo dejo recaer en él y a partir de la cual lo formo y deformo. ¿Cómo hacer para tener altas expectativas de mis estudiantes? La pregunta sugerida por Tauber nos deja un momento pensativos. Se dice que primero hay que desarrollar expectativas en nosotros mismos, lo cual tampoco lo es todo, pues mis expectativas pocas veces coinciden con las expectativas de los otros. ¿Cómo hacer para generar expectativas propias en los estudiantes? Se propone hacerlos reflexionar para que ellos piensen qué quieren. El profesor se siente vulnerable con el desarrollo del estudiante, ¿tendrá que ver con ese miedo a que la criatura supere al creador?
Se comenta que en todas las relaciones humanas partimos de etiquetas. Inevitablemente caemos en el tema de al autoestima. Sale a colación la inseguridad característica del profesor y del estudiante, y de qué manera el primero influye en la estima del segundo. Los estudiantes también se forman expectativas de los maestros y, por lo general, también éstas se cumplen.
Sin embargo, si el modelo educativo IEMS plantea que los estudiantes deben de aprender a construir su propio conocimiento, resulta importante que el estudiante aprenda a motivarse. A los profesores nos corresponde darles las herramientas para que ellos por sí mismos lo hagan. ¿Cómo proporcionar esas herramientas para que el estudiante se autoconstruya? Las propuestas no se hacen esperar: que todos los involucrados en los procesos educativos (estudiantes, profesores, administrativos, gestores, diseñadores, etc.) tengan acceso a talleres como este.
¿Qué esperan los estudiantes de los profesores? La pregunta queda suspendida en el aire. Helem propone disfrutar y divertirse, decir a los estudiantes que no intenten aprender, sino que disfruten y se diviertan, pues al final, todos van a aprender, también el profe. El problema es, ya de entrada, que la escuela se impone como algo no divertido y mucho menos disfrutable.
Un punto en el que se coincidió es que los estudiantes no están acostumbrados a reflexionar sobre lo que han aprendido, pues normalmente creen que no saben cuando en realidad saben más de lo que creen saber. Como profesores tendríamos que reforzar esos conocimientos que sí están adquiriendo, y hacer que ellos se den cuenta de lo que están aprendiendo. Se propone incluir a los estudiantes en su evaluación, que ellos participen de manera activa en la construcción de su conocimiento, pues reflexionar sobre lo que sabemos nos construye una imagen de nosotros mismos. También se propone rescatar el conocimiento que los estudiantes adquieren no sólo en el aula, sino en todos espacios en los que interactúa. Esto implica valorar lo que vamos aprendiendo, aunque creamos que se trata de lo más simple, no darlo por descontado porque no se encuentra en los ámbitos institucionales de la educación. Revalorar las experiencias que los estudiantes tienen fuera de la escuela puede desarrollar una mejor autoestima en ellos. Se rescata la idea de que, lo que uno piensa que es real, en eso se convertirá, en esto consiste la profecía cumplida de la que habla el texto de R. T. Tauber. Se comenta que la profecía cumplida tiene que ver con la falta de confianza en el otro, en este caso, en nuestros estudiantes. Estamos de acuerdo en que siempre partimos de prejuicios. Sin embargo, es importante saber poner una distancia crítica con nuestros prejuicios y no olvidar que a partir de los estoy actuando. Para cerrar, todo el grupo coincidió con la propuesta de ir más allá de nuestro prejuicios y aventurarnos a conocer al otro, a conocer a nuestros estudiantes, y no negarlos con nuestros prejuicios.
Se comenta que en todas las relaciones humanas partimos de etiquetas. Inevitablemente caemos en el tema de al autoestima. Sale a colación la inseguridad característica del profesor y del estudiante, y de qué manera el primero influye en la estima del segundo. Los estudiantes también se forman expectativas de los maestros y, por lo general, también éstas se cumplen.
Sin embargo, si el modelo educativo IEMS plantea que los estudiantes deben de aprender a construir su propio conocimiento, resulta importante que el estudiante aprenda a motivarse. A los profesores nos corresponde darles las herramientas para que ellos por sí mismos lo hagan. ¿Cómo proporcionar esas herramientas para que el estudiante se autoconstruya? Las propuestas no se hacen esperar: que todos los involucrados en los procesos educativos (estudiantes, profesores, administrativos, gestores, diseñadores, etc.) tengan acceso a talleres como este.
¿Qué esperan los estudiantes de los profesores? La pregunta queda suspendida en el aire. Helem propone disfrutar y divertirse, decir a los estudiantes que no intenten aprender, sino que disfruten y se diviertan, pues al final, todos van a aprender, también el profe. El problema es, ya de entrada, que la escuela se impone como algo no divertido y mucho menos disfrutable.
Un punto en el que se coincidió es que los estudiantes no están acostumbrados a reflexionar sobre lo que han aprendido, pues normalmente creen que no saben cuando en realidad saben más de lo que creen saber. Como profesores tendríamos que reforzar esos conocimientos que sí están adquiriendo, y hacer que ellos se den cuenta de lo que están aprendiendo. Se propone incluir a los estudiantes en su evaluación, que ellos participen de manera activa en la construcción de su conocimiento, pues reflexionar sobre lo que sabemos nos construye una imagen de nosotros mismos. También se propone rescatar el conocimiento que los estudiantes adquieren no sólo en el aula, sino en todos espacios en los que interactúa. Esto implica valorar lo que vamos aprendiendo, aunque creamos que se trata de lo más simple, no darlo por descontado porque no se encuentra en los ámbitos institucionales de la educación. Revalorar las experiencias que los estudiantes tienen fuera de la escuela puede desarrollar una mejor autoestima en ellos. Se rescata la idea de que, lo que uno piensa que es real, en eso se convertirá, en esto consiste la profecía cumplida de la que habla el texto de R. T. Tauber. Se comenta que la profecía cumplida tiene que ver con la falta de confianza en el otro, en este caso, en nuestros estudiantes. Estamos de acuerdo en que siempre partimos de prejuicios. Sin embargo, es importante saber poner una distancia crítica con nuestros prejuicios y no olvidar que a partir de los estoy actuando. Para cerrar, todo el grupo coincidió con la propuesta de ir más allá de nuestro prejuicios y aventurarnos a conocer al otro, a conocer a nuestros estudiantes, y no negarlos con nuestros prejuicios.
Segundo Taller Galatea
Esta sesión es coordinada por la maestra Guadalupe Rueda. Comenzamos apuntando en un primer rotafolios los "Dominios", y en otro los "Aprendizajes imposibles". Los primeros corresponden a esas habilidades que no representaron mucha dificultad en desarrollar. Los segundos corresponden a esos conocimientos que no hemos podido adquirir o nos han costado trabajo. Después se discute sobre las dos listas. Hay “Dominios” que se repiten, como la lectura; también hay repeticiones en los “Aprendizajes imposibles”, como las operaciones matemáticas, con la que más de uno coincidió como algo “imposible”. Hablamos de los motivos por los cuales unos aprendizajes se nos dificultan más que otros. Encontramos que los motivos podían ser heredados, por ejemplo, cuando los padres son científicos y uno desarrolla cierto rechazo a las ciencias, o al revés. Otro facto para que aprendamos o no tiene que ver con asociaciones emotivas, por ejemplo, cuando tuvimos una amarga experiencia al aprender a leer. Se comentó que el fracaso también ocurre por la fragmentación del conocimiento. Lo cierto es que las asociaciones afectivas influyen mucho en el prejuicio con el que nos acercamos al conocimiento.
Un profesor propone no llamar Química a la asignatura que imparte, sino “Estudios sobre la materia”, y quizá de esta manera los estudiantes no llegarán con el prejuicio de que van a enfrentarse a algo difícil de aprender, como podría ser la Química. Este ejemplo podría valer para cualquier asignatura, que ninguna está exenta de crear prejuicios. Se habla de diagnosticar las capacidades específicas de los estudiantes, es decir, para qué son hábiles y para qué no, con el fin de orientarlos mejor. Mas, ¿quién determina para que se tiene más facultades y para qué no? A la escuela se llega con malas asociaciones de vida, pues somos un complejo de experiencias que nos determinan y conforman nuestro comportamiento actual. Estuvimos de a cuerdo en que la represión afecta el aprendizaje. Se pone sobre la mesa el condicionamiento físico que repetimos y obligamos en su momento a otros a repetir, para encuadrarnos con la sociedad. Reconocemos que los maestros repetimos con los estudiantes los mismos mecanismos de control que ejercieron con nosotros. A propósito de esto, Guadalupe pide a los participantes que hagan un círculo y diseñen entre todos una presentación para dar una bienvenida a los estudiantes. Mientras los participantes hablan, Guadalupe va colocando sobre la frente de cada profesor una hoja en blanco que les cubre toda la cara, sin embargo, ninguno hace algo para quitársela y siguen como si nada pasara. Guadalupe les cuestiona el hecho de no quitarse la hoja de la cara a pesar de que es molesto. Tal dinámica resulta un excelente pretexto para darnos cuenta que aceptamos las cosas sin reflexionar. Se menciona que en la vida hay que decir lo que nos pasa y actuar en consecuencia, no aceptar las cosas tal cual, reflexionar al respecto. La dinámica también sirvió para reflexionar sobre el hecho de que los estudiantes pueden aportarnos muchísimo si escuchamos lo que les pasa.
Para el siguiente ejercicio, nos dividimos en dos equipos, a uno correspondió formular propuestas para la motivación, al otro equipo tocó realizar propuestas sobre cómo combatir el fracaso.
Se menciona que la autoestima es un factor motivante y/o frustrante. Se dice que el mercado aprovecha la baja estima para vendernos ideas que prometerán subirla de manera artificial. También se habla de que los exámenes se convierten en mecanismos de control que influyen directamente en la estima del individuo, pues éste resulta rechazado a partir de lo que supuestamente ignora, los exámenes son criterios de aceptación social.
¿Hasta qué punto estamos animando los profesores a los estudiantes? Los profes juzgan y el juicio –ciertos juicios- impide el egreso. La baja estima impide el aprendizaje. ¿Cómo le hago para subir la autoestima? Hay que partir, como sugiere Peter MacLaren, de la idea de que cualquier momento es apto para ayudar; hay que observar, escuchar y darle su lugar al estudiante. Es más, esto no sólo se debería de hacer en la escuela, sino en la vida cotidiana. En nuestras prácticas cotidianas generamos baja autoestima en los otros, pero nos cuesta aceptar la diferencia. Cuando juzgamos al otro es posible bajar su estima. Se señala la importancia de generar ambientes de cordialidad, de empatía y afecto.
Volvemos a la pregunta de cómo interesar a los estudiantes, cómo seducirlos al conocimiento. Los estudiantes siempre están diciendo quiénes son, hay que leerlos, escucharlos. Para que los estudiantes dejen de asumir irreflexivamente el juego del poder que se establece con el profesor hay que ejercitar el diálogo con el otro.
Para cerrar la sesión, reflexionamos sobre el hecho de que a todos los participantes del taller nos están sucediendo cosas diferentes en nuestras prácticas docentes, lo cual es parte del proceso de estos talleres.
Un profesor propone no llamar Química a la asignatura que imparte, sino “Estudios sobre la materia”, y quizá de esta manera los estudiantes no llegarán con el prejuicio de que van a enfrentarse a algo difícil de aprender, como podría ser la Química. Este ejemplo podría valer para cualquier asignatura, que ninguna está exenta de crear prejuicios. Se habla de diagnosticar las capacidades específicas de los estudiantes, es decir, para qué son hábiles y para qué no, con el fin de orientarlos mejor. Mas, ¿quién determina para que se tiene más facultades y para qué no? A la escuela se llega con malas asociaciones de vida, pues somos un complejo de experiencias que nos determinan y conforman nuestro comportamiento actual. Estuvimos de a cuerdo en que la represión afecta el aprendizaje. Se pone sobre la mesa el condicionamiento físico que repetimos y obligamos en su momento a otros a repetir, para encuadrarnos con la sociedad. Reconocemos que los maestros repetimos con los estudiantes los mismos mecanismos de control que ejercieron con nosotros. A propósito de esto, Guadalupe pide a los participantes que hagan un círculo y diseñen entre todos una presentación para dar una bienvenida a los estudiantes. Mientras los participantes hablan, Guadalupe va colocando sobre la frente de cada profesor una hoja en blanco que les cubre toda la cara, sin embargo, ninguno hace algo para quitársela y siguen como si nada pasara. Guadalupe les cuestiona el hecho de no quitarse la hoja de la cara a pesar de que es molesto. Tal dinámica resulta un excelente pretexto para darnos cuenta que aceptamos las cosas sin reflexionar. Se menciona que en la vida hay que decir lo que nos pasa y actuar en consecuencia, no aceptar las cosas tal cual, reflexionar al respecto. La dinámica también sirvió para reflexionar sobre el hecho de que los estudiantes pueden aportarnos muchísimo si escuchamos lo que les pasa.
Para el siguiente ejercicio, nos dividimos en dos equipos, a uno correspondió formular propuestas para la motivación, al otro equipo tocó realizar propuestas sobre cómo combatir el fracaso.
Se menciona que la autoestima es un factor motivante y/o frustrante. Se dice que el mercado aprovecha la baja estima para vendernos ideas que prometerán subirla de manera artificial. También se habla de que los exámenes se convierten en mecanismos de control que influyen directamente en la estima del individuo, pues éste resulta rechazado a partir de lo que supuestamente ignora, los exámenes son criterios de aceptación social.
¿Hasta qué punto estamos animando los profesores a los estudiantes? Los profes juzgan y el juicio –ciertos juicios- impide el egreso. La baja estima impide el aprendizaje. ¿Cómo le hago para subir la autoestima? Hay que partir, como sugiere Peter MacLaren, de la idea de que cualquier momento es apto para ayudar; hay que observar, escuchar y darle su lugar al estudiante. Es más, esto no sólo se debería de hacer en la escuela, sino en la vida cotidiana. En nuestras prácticas cotidianas generamos baja autoestima en los otros, pero nos cuesta aceptar la diferencia. Cuando juzgamos al otro es posible bajar su estima. Se señala la importancia de generar ambientes de cordialidad, de empatía y afecto.
Volvemos a la pregunta de cómo interesar a los estudiantes, cómo seducirlos al conocimiento. Los estudiantes siempre están diciendo quiénes son, hay que leerlos, escucharlos. Para que los estudiantes dejen de asumir irreflexivamente el juego del poder que se establece con el profesor hay que ejercitar el diálogo con el otro.
Para cerrar la sesión, reflexionamos sobre el hecho de que a todos los participantes del taller nos están sucediendo cosas diferentes en nuestras prácticas docentes, lo cual es parte del proceso de estos talleres.
Educar ¿para qué?
Para el quinto texto de la colección Galatea, se contó con la presencia de la maestra Miriam Sánchez Hernández, coordinadora del programa Galatea.
La maestra Sánchez comentó que no había podido asistir antes a las sesiones anteriores, debido a diversos compromisos; sin embrago, señaló estar al tanto del avance del grupo de los profesores del IEMS.
Dicho lo anterior, se dispuso a preguntar los puntos más importantes de los tres autores del texto: David Orr, Humberto Maturana y Fritjof Capra. Los profesores realizaron comentarios en los que señalaban estar de acuerdo o no con los postulados de los autores. Entonces, la maestra Sánchez pidió que se formaran tres grupos de trabajo de acuerdo al autor con el que mejor se identificaran los docentes.
Una vez armados los grupos se pidió seleccionar los puntos centrales del autor seleccionado.
Así una mesa trabajó los acuerdos y puntos centrales del trabajo de David Orr, dos mesas más trabajaron con los acuerdos y puntos centrales de Humberto Maturana y una última mesa con los puntos centrales y acuerdos de Fritjof Capra.
Una vez concluida la discusión se dio paso a que cada equipo expusiera sus conclusiones. En una segunda ronda de trabajo pidió, nuevamente por mesas, establecer los puntos de desacuerdo o lo que se creía que la propuesta del autor carecía.
Nuevamente se pidió una exposición por equipo de las conclusiones de cada equipo.
Ya concluida está actividad, la maestra Sánchez pidió responder para qué educan los profesores del IEMS y los compromisos que están dispuestos a asumir.
Las preguntas generaron una dinámica muy rica en cuanto a las participaciones, por demás nutridas, de los docentes del IEMS.
Para finalizar la sesión cada docente leyó sus respuestas, compartiendo sus ideas, con el resto del grupo, las evidencias fueron recogidas por la profesora Guadalupe Rueda, miembro del proyecto Galatea.
La sesión fue participativa y la maestra Sánchez comentó que es muy buen grupo.
Relatoría
Mtra. Claudia T. Larrainzar Pérez.
La maestra Sánchez comentó que no había podido asistir antes a las sesiones anteriores, debido a diversos compromisos; sin embrago, señaló estar al tanto del avance del grupo de los profesores del IEMS.
Dicho lo anterior, se dispuso a preguntar los puntos más importantes de los tres autores del texto: David Orr, Humberto Maturana y Fritjof Capra. Los profesores realizaron comentarios en los que señalaban estar de acuerdo o no con los postulados de los autores. Entonces, la maestra Sánchez pidió que se formaran tres grupos de trabajo de acuerdo al autor con el que mejor se identificaran los docentes.
Una vez armados los grupos se pidió seleccionar los puntos centrales del autor seleccionado.
Así una mesa trabajó los acuerdos y puntos centrales del trabajo de David Orr, dos mesas más trabajaron con los acuerdos y puntos centrales de Humberto Maturana y una última mesa con los puntos centrales y acuerdos de Fritjof Capra.
Una vez concluida la discusión se dio paso a que cada equipo expusiera sus conclusiones. En una segunda ronda de trabajo pidió, nuevamente por mesas, establecer los puntos de desacuerdo o lo que se creía que la propuesta del autor carecía.
Nuevamente se pidió una exposición por equipo de las conclusiones de cada equipo.
Ya concluida está actividad, la maestra Sánchez pidió responder para qué educan los profesores del IEMS y los compromisos que están dispuestos a asumir.
Las preguntas generaron una dinámica muy rica en cuanto a las participaciones, por demás nutridas, de los docentes del IEMS.
Para finalizar la sesión cada docente leyó sus respuestas, compartiendo sus ideas, con el resto del grupo, las evidencias fueron recogidas por la profesora Guadalupe Rueda, miembro del proyecto Galatea.
La sesión fue participativa y la maestra Sánchez comentó que es muy buen grupo.
Relatoría
Mtra. Claudia T. Larrainzar Pérez.
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