domingo, 2 de diciembre de 2007

Segundo Taller Galatea

Esta ocasión toca el turno de trabajar con el cuadernillo “Pigmalión en la escuela”. La idea de la creación de un ser humano presente en este mito sirve de punto de partida para que un grupo de profes se reúnan a reflexionar sobre sus prácticas de enseñanza-aprendizaje. Según propone R. T. Tauber en su texto, la idea de moldear seres humanos tiene que ver con las expectativas que tenemos de él. Es importante la opinión que el profesor tiene de sus estudiantes, en el entendido de que la opinión forma y moldea al estudiante, y a su vez, el estudiante moldea al profesor con la opinión que tiene de él. Ciertamente, los estudiantes no son seres inanimados como Galatea, la escultura que creó Pigmalión; son seres humanos, personas a las cuales, se dice, estamos formando, no instruyendo. Por tanto, la opinión que yo tengo de mi estudiante es la expectativa que yo dejo recaer en él y a partir de la cual lo formo y deformo. ¿Cómo hacer para tener altas expectativas de mis estudiantes? La pregunta sugerida por Tauber nos deja un momento pensativos. Se dice que primero hay que desarrollar expectativas en nosotros mismos, lo cual tampoco lo es todo, pues mis expectativas pocas veces coinciden con las expectativas de los otros. ¿Cómo hacer para generar expectativas propias en los estudiantes? Se propone hacerlos reflexionar para que ellos piensen qué quieren. El profesor se siente vulnerable con el desarrollo del estudiante, ¿tendrá que ver con ese miedo a que la criatura supere al creador?
Se comenta que en todas las relaciones humanas partimos de etiquetas. Inevitablemente caemos en el tema de al autoestima. Sale a colación la inseguridad característica del profesor y del estudiante, y de qué manera el primero influye en la estima del segundo. Los estudiantes también se forman expectativas de los maestros y, por lo general, también éstas se cumplen.
Sin embargo, si el modelo educativo IEMS plantea que los estudiantes deben de aprender a construir su propio conocimiento, resulta importante que el estudiante aprenda a motivarse. A los profesores nos corresponde darles las herramientas para que ellos por sí mismos lo hagan. ¿Cómo proporcionar esas herramientas para que el estudiante se autoconstruya? Las propuestas no se hacen esperar: que todos los involucrados en los procesos educativos (estudiantes, profesores, administrativos, gestores, diseñadores, etc.) tengan acceso a talleres como este.
¿Qué esperan los estudiantes de los profesores? La pregunta queda suspendida en el aire. Helem propone disfrutar y divertirse, decir a los estudiantes que no intenten aprender, sino que disfruten y se diviertan, pues al final, todos van a aprender, también el profe. El problema es, ya de entrada, que la escuela se impone como algo no divertido y mucho menos disfrutable.
Un punto en el que se coincidió es que los estudiantes no están acostumbrados a reflexionar sobre lo que han aprendido, pues normalmente creen que no saben cuando en realidad saben más de lo que creen saber. Como profesores tendríamos que reforzar esos conocimientos que sí están adquiriendo, y hacer que ellos se den cuenta de lo que están aprendiendo. Se propone incluir a los estudiantes en su evaluación, que ellos participen de manera activa en la construcción de su conocimiento, pues reflexionar sobre lo que sabemos nos construye una imagen de nosotros mismos. También se propone rescatar el conocimiento que los estudiantes adquieren no sólo en el aula, sino en todos espacios en los que interactúa. Esto implica valorar lo que vamos aprendiendo, aunque creamos que se trata de lo más simple, no darlo por descontado porque no se encuentra en los ámbitos institucionales de la educación. Revalorar las experiencias que los estudiantes tienen fuera de la escuela puede desarrollar una mejor autoestima en ellos. Se rescata la idea de que, lo que uno piensa que es real, en eso se convertirá, en esto consiste la profecía cumplida de la que habla el texto de R. T. Tauber. Se comenta que la profecía cumplida tiene que ver con la falta de confianza en el otro, en este caso, en nuestros estudiantes. Estamos de acuerdo en que siempre partimos de prejuicios. Sin embargo, es importante saber poner una distancia crítica con nuestros prejuicios y no olvidar que a partir de los estoy actuando. Para cerrar, todo el grupo coincidió con la propuesta de ir más allá de nuestro prejuicios y aventurarnos a conocer al otro, a conocer a nuestros estudiantes, y no negarlos con nuestros prejuicios.

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