El deber ser y el poder del docente- tutor - investigador del IEMS
Contra el postivismo, que se detiene en los fenómenos “tan sólo existen los hechos”, driría yo, no hay precisamente hechos, sino sólo interpretaciones. Nosostros no podemos constatar ningún hecho “en sí”; quizás es un absurdo querer algo semejante. “Todo es subjetivo”, dirán ustedes; pero esto es ya una interpretación, el “sujeto” no es nada dado, es sólo algo agregado con la imaginación, algo pegado después. ¿Es finalmente necesario poner una vez más la interpretación detrás de la interpretación? Esto es una invención; hipótesis. En la medida en que la palabra “conocimiento” tenga sentido, el mundo es cognosible; pero dicho mundo es interpretable, de diferentes modos, no tiene tras de si uno, sino innumerables sentidos. “Perspectivismos “. Son nuestras necesidades las que interpretan el mundo nuestros instintos, sus pros y sus contras. Todo instinto es una especie de sed de dominio, cada uno tiene su perspectiva, que quisiera imponer como norma a todos los demás instintos.*
*Nietzsche en Ferraris, Mauricio, La hermenéutica, pp 73-74.
Este texto toma forma de reflexión personal ya que han sido años los que dentro del IEMS hemos vivido y observado el transcurrir de jornadas de trabajo que a veces nos dejan poco tiempo para meditar acerca de nuestra función en las preparatorias.
Para mi en lo personal significa un ejercicio fundamental basado en la autocrítica constante que trato de reactivar con los estudiantes en forma de realimentación, con ellos enfoco y desarrollo el esfuerzo de tratar de materializar apenas unos esbozos de reflexiones surgidas de la interacción cotidiana en el espacio de la tutoría.
Es muy nutriente llevar a la crítica tales consideraciones para posibilitar el diálogo entre docentes y así permitirnos escuchar los diversos puntos de vistas de los otros que no son yo. Eso ayuda, nutre y posibilita que un punto de vista y una acción cambien, esperando que ese cambio sea para bien.
Por ello me emociona la posibilidad de participar en esta socialización de experiencias que habrá de ayudar a detonar muchas y diversas formas de comenzar la crítica y reconstrucción de los sujetos llamados tutores; hacia allá va este esfuerzo enclavado en la observación y reflexión de la tutoría de todos los días en el cubículo, en los pasillos o en el salón de clases; con lluvia o con sol, con energía eléctrica o sin ella, con plena salud o en inminente recaída de cansancio… con seres humanos.
I
Desde la forma en la que hemos sido educados los facilitadores, se pueden buscar los orígenes de lo que somos ahora, desde nuestra primera instrucción hasta el témino de nuestros más recientes niveles de estudio podemos encontrar algunas pistas de como nos presentamos en el aula, como actuamos en los pasillos, como somos como tutores.
Parte de las razones de nuestra actual forma de pensar ha sido consecuencia de nuestra concepción, desarrollo y madurez de ideas que hemos acumulado, criticado y apropiado en un devenir constante de múltiples y diferentes formas de educación.
Y, es ahora donde compartimos con los otros actores (estudiantes, compañeros profesores, trabajadores de diversa íindole) nuestra forma de acepción de lo que interpretamos como el deber ser de un miembro de una comunidad preparatoriana.
Mi pensamiento ha sido modelado de tal forma que puedo sospechar que es lo bueno y lo apropiado de mi vida, aunque en el transcurso de mi trayectoria estudiantil haya sentido en la piel viva los efectos colaterales de una imposición de condiciones académicas que me llevaron a pensar que mi pensamiento era una transgresión ingenua a las “normas del rigor académico”, si sufrí la Universidad, si la goce, todos los día sopeso aquello con lo que se me premió y aquello con lo que se me sancionó. Porque el poder censura desde el amordazamiento de bocas que expresan ignorancia o respuestas de origen diverso, la imáginación ha sido censurada en sus multiples vías y épocas, ya Foucault [1] veía y preveía el amordazamiento y condicionamiento social que implicaban ciertos curricula dentro de instituciones sociales especialmente creadas para ello.
El uso de poder puede premiar y hacer creer que un consenso sin crítica aparezca como un logro, esto no impide que surjan respuestas inéditas a problemas reales y concretos, pero a veces en los susatancial, el poder premia aquello que sujeta o refuerza lo que inhibe el cambio, lo que adormece la duda; la rebelión.
El poder se vuelve enfermo y violento cuando traduzco mi amargura cotidiana en una reprimenda a un estudiante que “no entiende” lo que le estoy diciendo, no me esfierzo por reconocer que se me hizo tarde, que no desayuné bien, que hay mucho tráfico, que no alcance a pagar las cuentas en el banco, etcétera. No me permito observar que a veces el ritmo de mi vida me envuelve en una conducta que los que coexisten en derredor mio observan y padecen en forma de violencia sistemática y en espiral.
Cuando distingo lo que es correcto de lo que no lo es, suelo perder detalle de la inspiradora secuencia vivnecial de la subjetividad, el que para mi una hora de tiempo, sea una hora de aprovechamiento académico, no quiere decir que para un muchacho o muchacha la vida se traduzca a revelar verdades en los libros hora tras hora sin descanso, como yo mismo me obligué a creer cuando yo mismo era párvulo e incipiente buscador de “verdades” en la Universidad.
No niego el valor de la disciplina escolar. Antes aplaudo la determinación que nos ha hecho incansables buscadores de razones para ampliar las formas de conocimiento, aquí lo que quiero mencionar es la imposición velada de nuestros deseos insaciables dentro de las escuelas.
Cuando condeno sin escuchar, cuando ordeno sin miramientos, cuando grito sin mediar, cuando reprimo sin sopesar a mis muchachos, estoy implementando una forma de poder que puede ser violencia, espirales de ella que son reductos de mi carácter, sintomas de algo que me aqueja. Los límites y las formas funcionales de convivencia en la escuela son objeto de apropiaciones y caracterizaciones complejas que no evitan la evaluación constante de lo que estoy haciendo; me puedo equivocar, pero puedo cambiar mi forma de proceder.
Soy ser humano, en constante crecimiento, en devenir constante, en origen y en forma. Y los estudiantes pueden entender que hoy no fue un buen día, pueden entender que tengo jaqueca, que me asaltaron, no necesito dar explicaciones, no requiero condenar a priori su juventud o su falta de experiencia.
Contra el postivismo, que se detiene en los fenómenos “tan sólo existen los hechos”, driría yo, no hay precisamente hechos, sino sólo interpretaciones. Nosostros no podemos constatar ningún hecho “en sí”; quizás es un absurdo querer algo semejante. “Todo es subjetivo”, dirán ustedes; pero esto es ya una interpretación, el “sujeto” no es nada dado, es sólo algo agregado con la imaginación, algo pegado después. ¿Es finalmente necesario poner una vez más la interpretación detrás de la interpretación? Esto es una invención; hipótesis. En la medida en que la palabra “conocimiento” tenga sentido, el mundo es cognosible; pero dicho mundo es interpretable, de diferentes modos, no tiene tras de si uno, sino innumerables sentidos. “Perspectivismos “. Son nuestras necesidades las que interpretan el mundo nuestros instintos, sus pros y sus contras. Todo instinto es una especie de sed de dominio, cada uno tiene su perspectiva, que quisiera imponer como norma a todos los demás instintos.*
*Nietzsche en Ferraris, Mauricio, La hermenéutica, pp 73-74.
Este texto toma forma de reflexión personal ya que han sido años los que dentro del IEMS hemos vivido y observado el transcurrir de jornadas de trabajo que a veces nos dejan poco tiempo para meditar acerca de nuestra función en las preparatorias.
Para mi en lo personal significa un ejercicio fundamental basado en la autocrítica constante que trato de reactivar con los estudiantes en forma de realimentación, con ellos enfoco y desarrollo el esfuerzo de tratar de materializar apenas unos esbozos de reflexiones surgidas de la interacción cotidiana en el espacio de la tutoría.
Es muy nutriente llevar a la crítica tales consideraciones para posibilitar el diálogo entre docentes y así permitirnos escuchar los diversos puntos de vistas de los otros que no son yo. Eso ayuda, nutre y posibilita que un punto de vista y una acción cambien, esperando que ese cambio sea para bien.
Por ello me emociona la posibilidad de participar en esta socialización de experiencias que habrá de ayudar a detonar muchas y diversas formas de comenzar la crítica y reconstrucción de los sujetos llamados tutores; hacia allá va este esfuerzo enclavado en la observación y reflexión de la tutoría de todos los días en el cubículo, en los pasillos o en el salón de clases; con lluvia o con sol, con energía eléctrica o sin ella, con plena salud o en inminente recaída de cansancio… con seres humanos.
I
Desde la forma en la que hemos sido educados los facilitadores, se pueden buscar los orígenes de lo que somos ahora, desde nuestra primera instrucción hasta el témino de nuestros más recientes niveles de estudio podemos encontrar algunas pistas de como nos presentamos en el aula, como actuamos en los pasillos, como somos como tutores.
Parte de las razones de nuestra actual forma de pensar ha sido consecuencia de nuestra concepción, desarrollo y madurez de ideas que hemos acumulado, criticado y apropiado en un devenir constante de múltiples y diferentes formas de educación.
Y, es ahora donde compartimos con los otros actores (estudiantes, compañeros profesores, trabajadores de diversa íindole) nuestra forma de acepción de lo que interpretamos como el deber ser de un miembro de una comunidad preparatoriana.
Mi pensamiento ha sido modelado de tal forma que puedo sospechar que es lo bueno y lo apropiado de mi vida, aunque en el transcurso de mi trayectoria estudiantil haya sentido en la piel viva los efectos colaterales de una imposición de condiciones académicas que me llevaron a pensar que mi pensamiento era una transgresión ingenua a las “normas del rigor académico”, si sufrí la Universidad, si la goce, todos los día sopeso aquello con lo que se me premió y aquello con lo que se me sancionó. Porque el poder censura desde el amordazamiento de bocas que expresan ignorancia o respuestas de origen diverso, la imáginación ha sido censurada en sus multiples vías y épocas, ya Foucault [1] veía y preveía el amordazamiento y condicionamiento social que implicaban ciertos curricula dentro de instituciones sociales especialmente creadas para ello.
El uso de poder puede premiar y hacer creer que un consenso sin crítica aparezca como un logro, esto no impide que surjan respuestas inéditas a problemas reales y concretos, pero a veces en los susatancial, el poder premia aquello que sujeta o refuerza lo que inhibe el cambio, lo que adormece la duda; la rebelión.
El poder se vuelve enfermo y violento cuando traduzco mi amargura cotidiana en una reprimenda a un estudiante que “no entiende” lo que le estoy diciendo, no me esfierzo por reconocer que se me hizo tarde, que no desayuné bien, que hay mucho tráfico, que no alcance a pagar las cuentas en el banco, etcétera. No me permito observar que a veces el ritmo de mi vida me envuelve en una conducta que los que coexisten en derredor mio observan y padecen en forma de violencia sistemática y en espiral.
Cuando distingo lo que es correcto de lo que no lo es, suelo perder detalle de la inspiradora secuencia vivnecial de la subjetividad, el que para mi una hora de tiempo, sea una hora de aprovechamiento académico, no quiere decir que para un muchacho o muchacha la vida se traduzca a revelar verdades en los libros hora tras hora sin descanso, como yo mismo me obligué a creer cuando yo mismo era párvulo e incipiente buscador de “verdades” en la Universidad.
No niego el valor de la disciplina escolar. Antes aplaudo la determinación que nos ha hecho incansables buscadores de razones para ampliar las formas de conocimiento, aquí lo que quiero mencionar es la imposición velada de nuestros deseos insaciables dentro de las escuelas.
Cuando condeno sin escuchar, cuando ordeno sin miramientos, cuando grito sin mediar, cuando reprimo sin sopesar a mis muchachos, estoy implementando una forma de poder que puede ser violencia, espirales de ella que son reductos de mi carácter, sintomas de algo que me aqueja. Los límites y las formas funcionales de convivencia en la escuela son objeto de apropiaciones y caracterizaciones complejas que no evitan la evaluación constante de lo que estoy haciendo; me puedo equivocar, pero puedo cambiar mi forma de proceder.
Soy ser humano, en constante crecimiento, en devenir constante, en origen y en forma. Y los estudiantes pueden entender que hoy no fue un buen día, pueden entender que tengo jaqueca, que me asaltaron, no necesito dar explicaciones, no requiero condenar a priori su juventud o su falta de experiencia.
II
“…simplemente, en otras clases nos dicen:
- ¡…o te callas o te sales!-
y yo creo que eso tampoco va.”
Iris
Estudiante de la Preparatoria Emiliano Zapata
“…simplemente, en otras clases nos dicen:
- ¡…o te callas o te sales!-
y yo creo que eso tampoco va.”
Iris
Estudiante de la Preparatoria Emiliano Zapata
No deseo dar cuenta de consejos, ni de pareceres, me interesa más ubicar desde mi punto de vista, parte de lo que pienso, sin condenar a nadie por sus hechos, vistos u ocultos, me ineteresa más un auto- examen de conciencia del uso personal del poder para accerder a la imposición.
Cuando le digo a un joven o a una joven, que elija determinado tema para realizar su Problema Eje, debo estar claro de que quien lo va a realizar es él o ella y este trabajo, dentro de la presentación final será una evidencia clara de lo que hayamos trabajado (como escuela) con los estudiantes, no nos engañemos, no hay mas ni menos. No debería esperar al final de una presentación para evidenciar de forma amable y sonriente lo que no hicieron o lo que no saben los jóvenes, no debería hacerlos sufrir como quizás yo sufri en lo personal.
No debería condenar la libre expresión de alguien que no esté de acuerdo conmigo, ni porque es joven, ni porque es mujer, ni porque no piensa como yo. Mi revestimiento de libros y palabras no disculpa ningún uso de violencia, por más sofísticado que este sea.
Cuando al emitir una calificación final, observe el trasluz de una trayectoria que habrá de seguir por un rumbo académico o no, tendré en cuenta que también estoy calificando mi propio desempeño sin vanagloria ni castigo, los golpes de pecho o arrepentimientos no valen de nada cuando humillamos a alguien con un número que es síntoma de un érroneo parecer, una creencia que castiga para evitar que alguien pueda ser como yo o hacerme sombra; violencia y poder.
Si puedo vivir mi vida y establecer mis bases morales dentro de un bien y un mal, como ciudadanos podemos congratularnos de establecer una sana convivenciacon otros seres, en nuestra colonia, en nuestra casa, en nuestra escuela. Pero no hay una regla universal que me permita establecer parámetros del buen comportamiento empleables a seres de diferentes edades, condiciones socioconómicos o tán sólo género.
Al aconsejar dentro de mis personales tablas éticas tengo que tener cuidado de verificar el alacance de mis palabras, que aunque de buena intención deben cuidar las fronteras de mi incumbencia, mi moral, mi propio conocimiento de una situación determinada.
Dentro de la tutoría tengo que veríficar constantemente mi rol para no cargar con frustraciones por no poder solucionar los problemas de los jóvenes, no soy un paladín de la justicia pero tampoco soy un ser capaz de aconsejar siempre de forma correcta o inequívoca a un joven, también tengo errores, me deprimo, me entristezco… los estudiantes tienen que saber que trabajan con otro ser humano que carga con muchos estereotipos y que a veces no puede con ellos.
III
Para no dejar de tomar nota sobre lo que es necesario en nuestra labor de tutores es imprescindible subrayar que, si bien es cierto que hay fallas perfectibles en mi perfil de ser humano que transcurre su existencia como todos los demás, también habrá elementos que puedo considerar parte fundamental de mis acciones.
¿Quién puede conocerse mejor que yo como individuo?
En esto radica el inicio del cambio sustancial, la observación de lo que soy, el que yerra pero mejora en la medida en la que escucha a los demás pero antes se escucha a sí mismo.
Este ser humano plantea la veta por explorar que no por difícil es imposible.
Así en la medida en la que puedo desarrollar y aplicar acepciones de tolerancia, escucha activa y asertividad, en esa medida el uso de la violencia ha de reducirse, aunque no hay recetas escritas y desgraciadamente las tipologías de violencia varían y mutan según se sofistican las necesidades de control y poder.
No obstante el ejercicio que nos plantea la actividad tutorial nos pone frente interlocutores que nos ilustran el panorama más claro de la diversidad de pensamientos en forma de acciones que si bien a veces no comprendemos también nos pueden devolver a nuestra propia vivencia juvenil.
En este sentido es preciso no olvidar lo que fui como joven estudiante porque tal vez de ahí podría tomar ideas que ilustren lo que yo hubiera necesitado de haber contado con un docente que hubiera fungido como mi tutor.
Hacia adentro de mi, en mis pensamientos puedo propiciar cambios pero antes pudiera cerciorarme de que las acciones que no fueron útiles las puedo transformar pero las acciones que me ayudaron a cristalizar pequeños o grandes aciertos, estas debo tratar de multiplicarlas y compartirlas.
Si puedo levantar la voz para condenar o para “guardar el orden” de una clase, bien puedo ovacionar al grupo por un acierto, por una buena acción, por una buena clase, yo también puedo demostrar afecto y constantemente lo estoy haciendo a pesar de como soy o lo que creo que soy; mis estudiantes me ven como un ser humano, que también sabe ver las acciones constructivas que las festeja, la comparte y las difunde…y desde la profundidad de su corazón desea que se multipliquen hasta el infinito.
Después de todo podemos hacer que los estudiantes se vayan después de clase con algo positivo, con algo que le haga ver que la preparatoria es un lugar al que desea ir todos los días.
MTRO. ALBERTO AARÓN MARTINEZ MARTINEZ
Academia de Artes Plásticas
Plantel Emiliano Zapata
[1] Pensador francés que hacia la década de los años 60 realizó una trayectoria intelectual que desafío los marcos teóricos de la Historia, la Psicología, la Sociología, la Filosofía y la Estética, dentro de sus escritos detalló aspectos muy interesantes de instituciones como las prisiones y los hospitales psiquiátricos que enfatizan la idea del control sobre los individuos, uno de sus títulos más referidos es “Vigilar y castigar”.
1 comentario:
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Thanks in advance and good luck! :)
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